martes, 24 de noviembre de 2015

Tú y mil guerras.

Se lo conté todo. Como si hacerlo fuera a arracarme el dolor de dentro a la vez que salían las palabras. Y lo cierto es que después de aquella tarde, aún dolía más.

jueves, 22 de octubre de 2015

Heridas.

Quizás porque intento separarme,
o quizás porque eres mi polo opuesto
y al final
siempre me atraes fuerte hacia ti.
Quizás porque eres parte de mis sombras
o quizás porque jamás vi la luz contigo
y al final
siempre se trata de un desliz.
Es por eso que tropecé mil veces contra el suelo,
por que nunca me parece suficiente tanto daño
y siempre regreso a romper otro pedacito de mi.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Carne y papel.

Discutimos más que estamos bien. Pero así somos.
Efervescencia y luego calma.
El día y la noche.
Opuestos, como el nueve y el tres en mi reloj de pulsera.
Como lija y terciopelo.
Tú,
mi polo negativo,
la uña de otra carne.

martes, 8 de septiembre de 2015

708.

Quizás lo bonito es arriesgar,
y saber que,
dolerá mucho, pero que valdrá la pena.
De esperas se consume el tiempo,
pero, ¿y qué?
yo te espero a ti.
Y a tu locura, a tu forma de demostrarme que,
aunque los kilómetros nos separan
quizás es una excusa para que latan más alto nuestros
                                                                                       [corazones
y nos escuchemos en la distancia.
Sin ti el mundo es un poquito más frío,
pero qué bonito cuando me susurras al oído,
y entonces da igual que estemos a varios grados bajo cero.
Y, es en ese momento cuando nos damos cuenta,
las manecillas del reloj han dejado de depender de nosotros
y ahora somos títeres en un juego del tiempo.

jueves, 2 de julio de 2015

Since you been gone

Siempre deberíamos estar preparados para el dolor, nunca sabemos cuándo una parte de nosotros mismos partirá para no volver.
Quizás a mi me pillo demasiado de improvisto, o quizás no lo quería ver y al final fue un autoengaño.
Ha dolido mucho. Mil veces, mil veces y una, pero nada comparable a ahora.
Quizás es que yo quería demasiado y para él, simplemente nunca fui suficiente. O quizás es así porque un día tenía que estallarnos todo en la cara para darnos cuenta de qué hacíamos mal.
Para ser más exacta lo que se siente es un vacío, un vacío intenso. Que ningún día volverá a llenarse y que por supuesto nunca dejara de doler, simplemente aprenderemos a vivir con ello.
Siento tantas cosas que me ahogo a palabras intentando dejar a este dolor salir. Supongo que me lo merezco, por ingenua, por engancharme a una mentira.
Creo que nunca remontaré, al fin y al cabo eras mi otra media vida, la cuerda que me ataba, las madrugadas sin dormir. Eras mi sonrisa en días complicados, y miradas huidizas en demasiados lugares. Fuiste mi antes y mi después. Te quise y te odie. Doliste y sanaste.
Te he perdido y me he perdido yo después.

miércoles, 6 de mayo de 2015

DL

Suena típico lo de no apreciar algo hasta que lo pierdes, pero yo no quise perderte, fueron las condiciones quienes te arrebataron de mi lado.
Creo que no pienso en ti porque no tengo valor, porque aun me tiembla el alma al ver ese dolor en tus ojos y no poder hacer nada por cambiarlo, por ayudarte.
Odio sentir esa sensación de que si estoy lejos es mejor para ti, al fin y al cabo no tuve otra opción, pero pregúntate qué me duele a mí.
Hoy aun creo que debo pedirte perdón, supongo que por todo el dolor, aunque es importante que sepas que solo intente cuidarte aunque creo que no lo hice demasiado bien.
Míranos ahora, somos eso, recuerdos, almacenados en algún lugar de nosotros. O quizás en varios, y como duele cada uno de ellos...

lunes, 6 de abril de 2015

Perdones a destiempo.

Creo que deberíamos dedicar más tiempo a mirarnos a los ojos, a rozarnos y descubrir nuevos paraísos. A olvidar los dolores del pasado y sanar las cicatrices con besos desde el alma. Deberíamos dedicarnos a vivir cada segundo como si el próximo no fuera a existir. Deberíamos vivir en un elixir de juventud eterno y comernos a locuras, dejar de imaginar y contarnos lo que nuestros cuerpos no se hacen y empezar a arder y resurgir de las cenizas, florecer donde un día lloramos. Amarnos. Besarnos. Dedicarnos a abatir nuestros demonios, dejar de temer esconderse en uno mismo porque dentro está muy oscuro. Absorber la soledad, recorrer la distancia, detener los atardeceres.
Creo que deberíamos dedicar más tiempo a mirarnos a los ojos.

viernes, 23 de enero de 2015

Lo difícil no es olvidar.

Y sí. Puede que me equivoque. Que me equivoque una y otra vez, de hecho. Que cometa mil errores, que no sepa lo que quiero y que sueñe con imposibles. Que pierda mi tiempo adorando a algo que nunca será mío, envidiando a quien lo tiene. También me pierde la boca, y muchas veces me arrepiento porque además de la boca también pierdo los nervios. Y tengo muy mal genio. Debería reír un poco más y callar un poco menos, soltar todo lo que llevo dentro. Como una granada, y que le caiga a quién sea, a algún afortunado que tendrá un pedacito de mi, de mi dolor. Afortunado, quizás no. No deseo a nadie el mal de entenderme y aguantarme en los días duros, ni de levantarme. Porque sé que es difícil y a testaruda no me gana nadie. Pero bueno, por muchas y muchas y muchas lagrimas que haya podido derramar a lo largo de esta -nuestra- pequeña locura, siempre hay un motivo para seguir adelante, para dar un paso más en el camino que nos lleva a olvidarnos, a querernos un poquito más y echarnos de menos cuando no estemos.

No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante. O eso decía Shakira. Ojala sea cierto. Y lo es. Tiene que serlo. Después de tantas cicatrices yo también merezco ser feliz, lejos de su lado. Poder llegar a el punto de éxtasis sin saber de él. ¿Quién ha sido capaz de ganarse poquito a poco este corazón de hierro? Hierro que se fundió con su calor. Y que destrozo mil veces sin saberlo, y como pude fui reconstruyéndolo, pero nunca queda igual y se van perdiendo piezas y luego nada encaja y así estamos, que nos falta corazón y como a nosotros nos lo han roto necesitamos ser cuchillo, inconscientemente, pero el subconsciente conoce más de nosotros mismos..

Por eso es que cuando crees que ya no te importa, un día de repente te parece verlo, fugazmente. Y no, claro que no es él, y claro que tu cabeza lo ha olvidado, pero tú le echas de menos.