jueves, 28 de abril de 2016

Polo negativo.

Hablamos como si nuestras palabras no tuvieran ningún valor y quisiéramos desprenderlas de nuestros cuerpos. Alguien dijo que el destino nos persigue aunque nosotros no lo queramos y, ciertamente, tenía razón. Fuera quien fuese.
A veces despreciamos los golpes de suerte que parece brindarnos la vida y, casi sin darnos cuenta, nos damos de bruces con algo que jamás imaginamos. La vida nos gira a nosotros, no nos engañemos.
Llegaste dando la vuelta al calendario, a mi vida, y a todo el sentido  que encontraba en un yo.
Me referiré a ti como una casualidad de la que la gente escapa,  pero tú me encuentras una y otra vez después de cada café a las seis de la tarde. Después de cada marea que agitan estas arenas que no caen a la parte baja del reloj desde que decidiste mantenerte al margen de este desastre. Desastre al que en algunos momentos me atrevo a llamar 'yo'.  Observando cómo se caía este( mi mundo) abajo porque, aunque te lo supliqué, tu no ayudabas a mantenerlo rígido.
Cómo es posible que me llene algo tan vacío. Hablo de tu calor, que parece de prepago, que va a destiempo, que no casa con las nociones mi realidad. Que, ciertamente, no llena, que realmente consume y arrasa cada rincón que queda de lo que alguna vez fui.
Hablaba del destino que nos persigue; podría ser representado como unos hilos de los que cuelgan nuestras acciones, pero qué hacer cuando cada uno de ellos me lleva hasta ti, cuando tras huir de esos ojos que no se me olvidan, doy toda la vuelta al mundo y sin querer te encuentro de nuevo.

Deja de buscarme, quítate ese imán con el polo opuesto al mío. Dime adiós. Déjame ir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario