martes, 9 de febrero de 2016

Loriga.

¿Por qué mientes? si ya sé que eres una niña buena, si ya sé que tu pulso se acelera si te rozo las caderas, despacito, como te gusta a ti todo, incluso la sonrisa. Si ya sé que eres una maniática del orden y yo me empeño en desordenarte el corazón algunas veces; pero, honestamente, me vuelves loco cuando tienes el cabello despeinado, cuando te veo a ti, entera, vulnerable, entregándome esa parte de ti que parece que nunca entregas a nadie. Me siento tan afortunado de poder seguir acariciando tu espalda cuando estás cansada después de un día largo y de hacerte rabiar y que me niegues los besos. Si ya sé que te desesperas conmigo, con todo. Y me encantas. Me encanta esa pose de chica de cristal que llevas puesta como escudo, esa imagen de persona infranqueable a la que parece imposible dañar, pero qué pocos saben lo dañado que está en realidad el interior, y me encanta poder cuidarte, y ayudarte a, por lo menos, olvidar esas cicatrices que intentas ocultar. Además, nadie como tú es capaz de estar tan rota por dentro e ir pisando tan fuerte el mundo haciendo dar un vuelco al suelo.
Y a mi corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario