¿Por qué mientes? si ya sé que eres una niña buena, si ya sé que tu pulso se acelera si te rozo las caderas, despacito, como te gusta a ti todo, incluso la sonrisa. Si ya sé que eres una maniática del orden y yo me empeño en desordenarte el corazón algunas veces; pero, honestamente, me vuelves loco cuando tienes el cabello despeinado, cuando te veo a ti, entera, vulnerable, entregándome esa parte de ti que parece que nunca entregas a nadie. Me siento tan afortunado de poder seguir acariciando tu espalda cuando estás cansada después de un día largo y de hacerte rabiar y que me niegues los besos. Si ya sé que te desesperas conmigo, con todo. Y me encantas. Me encanta esa pose de chica de cristal que llevas puesta como escudo, esa imagen de persona infranqueable a la que parece imposible dañar, pero qué pocos saben lo dañado que está en realidad el interior, y me encanta poder cuidarte, y ayudarte a, por lo menos, olvidar esas cicatrices que intentas ocultar. Además, nadie como tú es capaz de estar tan rota por dentro e ir pisando tan fuerte el mundo haciendo dar un vuelco al suelo.
Y a mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario