domingo, 14 de diciembre de 2014

You build me up and then I fall apart.

Siempre navegábamos en mil mares de dudas buscando una última oportunidad que, a nuestro parecer, nunca era suficiente y, por vicio o rutina, volvíamos al principio.
Mares no navegables. Mares, que si los contempláramos desde la orilla, darían bandera roja. Siempre agitados, incomprensibles incluso para nosotros que éramos quiénes los creábamos. Mares en los que la calma, resultaba aburrida y, las olas, arrastraban todo lo que tenía. A golpe de volante. Como de un plumazo. De cien kilómetros por hora, a un nanosegundo.
Y era entonces cuando empezábamos a echarnos de menos, cuando lo correcto era guardar todos los granos de sal y empezar a vivir de la arena. Sin marea. Con sequedad. Donde las únicas gotas saladas provinieran de mis ojos reflejados en los tuyos, en esos que ya no estaban.
Y cuando creía que mi vida ya no dependería de la marea, de repente empezabas a llover. 

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