martes, 9 de abril de 2013

Siempre supe que es mejor, cuando hay que hablar de dos, empezar por uno mismo.

Y entonces, se detuvo el tiempo. Y sonriendo, me miraste sin querer verme, sin darte cuenta que yo sí te miraba. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral y se me olvido hablar. En ese momento preguntaste '¿Qué tal?' Aún no sé como reuní fuerzas para contestarte, porque se me había congelado el alma. Si es cuestión de confesar, te he querido todo este tiempo.

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