Y entonces, se detuvo el tiempo. Y sonriendo, me miraste sin querer verme, sin darte cuenta que yo sí te miraba. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral y se me olvido hablar. En ese momento preguntaste
'¿Qué tal?' Aún no sé como reuní fuerzas para contestarte, porque se me había congelado el alma. Si es cuestión de confesar, te he querido todo este tiempo.
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